LLega una extraña brisa
contaminando mis versos con tu aroma
se tiñe el aire
de amor y madrugada
amanece una nueva idea de la luz.
Ya no es contraparte de lo oscuro,
tiene nombre, tiene rostro,
sabe a vós.
Ilumina lo incierto de mi noche,
acostumbra a mis ojos a recibir el sol.
Escribiré verdades que te nombren,
te quedaras en letras interminables.
Es que he aprendido a capturar para mí
cada uno de tus gestos.
La sonrisa que se dibuja en tu cara,
el espasmo de placer que te transforma,
el fastidio de la sobredosis de cercanía,
el color de melancolía
que como ráfagas traen a tus ojos los recuerdos
la incertidumbre de sentirte descubierto
y el dulce cariño
al descubrirme adorándote en silencio.
Todos los guardo,
todos los disfruto...
todos los escribo.
Porque antes que nada
en mis intenciones de poeta
vos sos el mejor de los motivos...
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