miércoles, octubre 19, 2005
Mi Monstruo
Cuando te perdí,
el monstruo erguido de la desesperación,
con mi feliz e inerte cadáver en sus fauces,
hizo crujir lentamente,
los huesos de mi alma en su mandíbula.
Sentí correr tibia,
la sangre por mi cuerpo.
Se desdibujaron tus ojos.
Colapsaron mis defensas razonables.
Se desmayaron mis sentimientos,
y un reprimido salto al vacío,
me sacudió entre vértigos y naúseas.
No tuve fuerzas para escapar del monstruo,
y su estómago se convirtió en mi casa...
Y mientras mi carne va deshaciéndose dentro suyo,
mi cuerpo desfigurado se acostumbra a no sentir,
y solo vibra a veces,
cuando confundido cree reencontrar tus manos.
Y cada noche...
cuando el silencio aturde,
siento el grito bajar de su garganta,
y en una gutural carcajada de regocijo,
una y otra vez me repite:
¡Has muerto!
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